¿Ayudo a que las cosas vayan bien?



"........Eran las cinco de la madrugada y sentía unas ganas enormes de llamar a Pedro para saber de él. Lo echaba mucho de menos. Aquella noche no podía dormir pensando en los casi ocho meses que llevaba sin tener ninguna relación con mi amigo de la infancia, y aquella noche sentía un impulso muy fuerte por coger el teléfono y marcar su número. Sin embargo, mi mente me mandaba mensajes en contra de mi impulso...no!! no debes hacerlo Miguel! ¿qué haces sintiendo ese deseo?...de repente, volví a recordar las razones por las que no tenía relación con él. Hacia ocho meses que tuve un accidente y Pedro nunca llamó. Ese amigo que tanto adoraba y al que había prestado mi apoyo tantas veces nunca preguntó por mí. Estuve esperándole demasiadas noches en el hospital y jamás vino a verme. No!! volví a decirme!...tú no eres quien debe llamar, es él quien debe dar el primer paso y comunicarse contigo, me repetí muchas veces. Me preguntaba a menudo como me sentía y  la palabra era maltratado y muy poco valorado por mi amigo al que entregué tanta comprensión y cariño todos estos años. El mundo se me hace injusto y desagradecido....él me lo debe! me debe esa llamada! me repetía sin cesar. Tengo derecho a exigirle que se preocupe por mí y que se hubiera acercado...si!!! estoy resentido, con él y con este mundo al que califico de desagradecido y equivocado. A esta sociedad que maltrata el corazón de todos aquellos que hemos dado tanto a otros.
Aquella noche no podía dormir, mi mente me martilleaba y me resistía a seguir el impulso de mi corazón que seguía señalándole a mi mano que marcara ese número de teléfono......."

Miguel sintió un impulso, un deseo que salía directamente de su corazón. Hubiera sido fantástico hacer esa llamada pero decidió no seguir aquel deseo. Una vez decidido buscó las justificaciones para apoyar su decisión. “...No me han valorado, el mundo es desagradecido, estoy resentido....me lo debe..”. Estaba seguro de tener razón y la frase “yo merezco, yo lo merezco...” inundaba su mente. ¿Qué pasará si Pedro llamase dentro de un tiempo?, ¿cómo responderá Miguel?, ¿Quizás desde el resentimiento?, ¿Qué provocará esto en Pedro?, ¿Cómo están mirándose uno al otro? ¿Desde un corazón en guerra o desde un corazón en paz?

....Un día me preguntó Miguel con lagrimas en los ojos...¿Es que acaso no llevaba yo razón?..quizás!!, contesté. Pero, ¿qué corazón podría haber ayudado a solucionar el problema? ¿hacerlo desde un corazón en guerra o desde la paz? ¿desde el “yo merezco”o desde el verte como persona? ¿qué hubiera pasado si hubieras seguido tu impulso de llamar?....quizás no hubiera perdido a mi amigo Pedro, me contestó Miguel.

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