LA MAGIA DEL CAMBIO

Esta mañana estaba esperando el autobús y presencié una conversación de dos señoras quejándose de la mala suerte de una de ellas. El día empezaba a llenarse de colores azulados aunque una ligera nube de color gris abrazaba a esas dos señoras. De pronto, recordé un cuento que me contaron hace un par de meses sobre el por qué de las cosas y sobre todo la actitud que podemos adoptar con cada uno de los acontecimientos que nos ocurren en nuestro día a día...sin darme cuenta, les estaba diciendo a las dos señoras... -¿Buena suerte o mala suerte? Quién lo sabe. Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita en el campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole: -Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahor

¿Qué hace que algunas personas prosperen, a pesar de las críticas, mientras que otros se decepcionan? ¿En que medida la critica puede afectar a nuestro rendimiento individual en nuestra vida personal y profesional? Una crítica no es más que una opinión personal que la hacemos pasar por verdadera.  Cualquier opinión sobre nosotros es una percepción que tienen otros respecto a algún aspecto o acto sobre nuestra persona, pero eso no quiere decir que representa lo que somos. El peligro aparece cuando dejamos que esta percepción se convierta en MI REALIDAD. Cuantas veces escuchamos en nuestra infancia dirigido a nosotros o a otro “este niño no vale para estudiar”, “este niño es un vago”, “este niño nunca llegará  a ser un hombre de provecho”, “..si sigues así no encontrarás a nadie que te quiera, un trabajo,no tendrás amigos, una casa...” Desde que somos niños vamos internalizando las críticas de los demás y dejamos que afecten a la percepción que tenemos de nosotros mism

Esta tarde pasé por una carpintería, de esas que había antes en cada barrio llenas de virutas de serrín y repleta de muebles esperando a ser barnizados y colocados en un hogar. Venía paseando por la ciudad tras un día de trabajo ajetreado, tras una jornada donde nuevamente el equipo de trabajo a pesar de los esfuerzos no terminaba de encajarse, como si de un puzzle donde faltan piezas se tratase no alcanza el dibujo original....”Yo soy así”..”Pepe no se da al 100% en las tareas laborales”..”el jefe solo sigue sus reglas o piensa en él”..”menuda estupidez, cuando está claro lo que hay que hacer...”...¿quién no ha escuchado o pronunciado esas frases alguna vez?.... Al mirar esta tarde a la carpintería, al escuchar el sonido del martillo y recordar ese olor de las virutas de la madera recordé un viejo cuento que me regalaron hace un tiempo.... Cuentan que en una carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.

El miedo a perder la identidad es algo que nos asalta en cuanto nos enfrentamos a un cambio importante en la vida, pero… ¿Qué es la identidad? La identidad es otro de esos conceptos en el que rara vez reparamos de forma consciente y que, en general, nunca nos hemos parado a definir. De forma intuitiva creemos que es algo que nos hace únicos y que es auténtico, algo a preservar y que en caso de corromperlo se pierde (de ahí el pensamiento de no querer perder la identidad haciendo esto o lo otro). Algo que además solemos tomar como fijo, como el hilo conductor de toda nuestra evolución como personas. Bien, para mí y muchos de mis colegas, la identidad no es eso. La identidad no es algo fijo, aunque si es continuo en su definición (en cada momento soy quien soy, pero no el del momento anterior). En cada momento somos lo que somos, muchas veces alejado de lo que queremos ser o creemos que somos porque… ¿Hasta qué punto se puede conocer algo que cambia continuamente? ¿Hasta qué